La integración de la tecnología en el sistema fiscal mexicano ha marcado un antes y un después en la relación entre el contribuyente y las autoridades. Antes, dominaban los trámites en papel, las largas filas y los procesos manuales; ahora, el Comprobante Fiscal Digital por Internet (CFDI) y las herramientas cibernéticas han transformado radicalmente el proceso, agilizándolo y haciéndolo más transparente.
El informe tributario y de gestión de 2022 es prueba de ello: por cada peso invertido en fiscalización, el retorno es de $140.50, un crecimiento asombroso del 96.7% respecto a 2018. Estos números reflejan una era donde la eficiencia y la rapidez en la gestión fiscal son posibles gracias al poder del mundo digital.
El fin de las facturas apócrifas ha sido uno de los logros más celebrados. Ahora, cada operación fiscal se registra en tiempo real ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT), promoviendo la transparencia y el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
No obstante, como con cualquier revolución, existen desafíos:
Operaciones simuladas: Si bien las facturas falsas han desaparecido, aún persisten operaciones ficticias que afectan tanto al fisco como a contribuyentes honestos involucrados en transacciones con estas entidades.
Dificultades técnicas: Las fallas en la red pueden causar retrasos y complicaciones al realizar trámites y declaraciones.
Saturación en el SAT: Las demoras en obtener citas afectan procesos vitales, como la creación de empresas o la obtención de firmas electrónicas.
Inconsistencias en aplicativos: Estas pueden llevar a que se introduzca información errónea al tratar de cumplir con las obligaciones fiscales.
Riesgos cibernéticos: La suplantación de identidad y el fraude digital son amenazas crecientes en esta nueva era.
Discrepancias documentales: A veces, lo que indica un CFDI no refleja la realidad de la operación, generando potenciales desacuerdos. Además, un desafío subyacente es la brecha tecnológica. No todos en el país tienen acceso o conocimiento de estas herramientas digitales, lo que puede derivar en errores y malentendidos.
La digitalización de la fiscalidad en México es sin duda un paso adelante hacia un sistema más eficiente y transparente. Sin embargo, es crucial que, mientras se adoptan estas herramientas, se aborden los desafíos emergentes para garantizar que todos los ciudadanos puedan navegar este nuevo paisaje fiscal con confianza. La brecha tecnológica, en particular, es un problema que no debe ser pasado por alto. Para que la revolución digital fiscal sea realmente efectiva, es esencial que se garantice la inclusión y el acceso a estas herramientas para todos.