La inflación ha sido un fantasma constante que atormenta la economía mexicana durante décadas. Las cifras históricas son más que impactantes, son alarmantes y revelan una realidad desafiante que ha afectado no solo a generaciones pasadas, sino también a las presentes.
Desde 1980 hasta 2018, aquellos nacidos en este período sufrieron un asombroso aumento del +161,881% en el costo de vida. Esta astronómica cifra equivale a una tasa promedio anual del +383%, o incluso más sorprendente, un escalofriante +2,867% si desglosamos en bloques de diez años cada año. Un golpe abrumador para los ciudadanos que luchan por mantener un nivel de vida digno y estable.
Pero las cifras no se detienen ahí. Aquellos que vivieron desde 1945 hasta 2018 enfrentaron una realidad aún más dramática, con un asombroso aumento del +2’754,445% en el costo de vida, y un promedio anual del +377%. Estas cifras son difíciles de asimilar, pero reflejan el impacto directo en la vida diaria de millones de personas.
La incertidumbre se cierne sobre la sociedad, con precios que aumentan prácticamente a diario, generando preocupaciones sobre la capacidad de los salarios para cubrir las necesidades básicas. La vida cotidiana se ha convertido en una carrera desesperada para alcanzar una estabilidad económica que parece cada vez más elusiva.
Los datos históricos también nos revelan distintos ciclos económicos y ritmos de inflación en el país. Desde 1981 hasta 1991, el costo de vida aumentó en un +13,897%, mientras que de 2008 a 2018, el incremento fue del +49%, con una tasa anual promedio del +4%. Un panorama económico que oscila entre la esperanza y la preocupación constante.
Es imperativo observar cómo la inflación de 2018 a junio de 2023 ha sido del +29.7%, con una tasa anual promedio del +5.41%. Estas cifras recientes nos obligan a enfrentar el desafío presente y comprender que la inflación es un enemigo silencioso que no ha cesado de acechar.
El aumento en el costo de vida afecta a todos por igual, desde la viuda más desprotegida hasta el inversor más sofisticado. Sin embargo, aquellos en situaciones más vulnerables, como la viuda, se ven afectados de manera más intensa, tomando decisiones bajo una presión abrumadora, ya que su bienestar y subsistencia están en riesgo.
Las familias se ven obligadas a reorganizar sus prioridades y decisiones de consumo ante la situación económica incierta. Mientras tanto, los inversores nerviosos corren el riesgo de tomar decisiones financieras precipitadas sin considerar la lenta degradación de su poder adquisitivo en condiciones normales.
Es hora de abordar esta problemática con un enfoque integral que promueva la estabilidad económica y la confianza en el sistema monetario del país. Confrontar la corrupción y fomentar la innovación tecnológica son factores clave en este camino hacia un México más próspero y seguro para las generaciones venideras.
La inflación es un enemigo que afecta la vida de todos los ciudadanos. Es momento de actuar de manera responsable y ética en las finanzas públicas y desarrollar procesos productivos eficientes para mitigar el impacto de la inflación. Juntos, podemos desafiar este enemigo silencioso y alcanzar un futuro económico más prometedor y seguro para todos los mexicanos. El momento de actuar es ahora.