Nueva frontera de la economía compartida, el comer social es un fenómeno cada vez más extendido también en Italia, con variaciones que conducen a compartir comidas autoorganizadas en muchas áreas, como la corporativa. Entonces, veamos cómo nació la comida social en la oficina y cuáles son los aspectos positivos que se derivan de ella.
Social Eating nació en California, en Silicon Valley, como un sector de mercado joven que involucra la preparación de comidas en el hogar y el intercambio (de pago) de las mismas con personas que se conocen a través de una plataforma en línea.
En sus múltiples formas, también se introdujo como una innovadora política de bienestar empresarial, a través de la provisión de un espacio dedicado a la pausa para el almuerzo o incluso con la provisión de comidas a los empleados.
Rápidamente se hizo popular en el resto de los Estados Unidos, también respaldado por investigaciones académicas autorizadas, incluida la de los departamentos de Ciencias Sociales y Ciencias Nutricionales de la Universidad de Cornell.
“Compartir una comida es una actividad mucho más íntima que mirar juntos una tabla de Excel. Esa intimidad se traduce en la eficacia del trabajo en equipo”. ( Kevin Kniffin, Profesor de Economía en la Universidad de Cornell)
Desde los EE. UU., la comida social también se está extendiendo en Italia, especialmente en realidades dinámicas como las empresas emergentes o las empresas que operan en el campo de la comunicación y la tecnología, que optan cada vez más por ofrecer a sus empleados la posibilidad de comer socialmente en la oficina.
La primera ciudad italiana que ha adoptado la alimentación social en la empresa es Milán. Entre las realidades en las que el fenómeno ya se consagró como práctica cotidiana, destacan las divisiones de grandes empresas como Facebook, Versace y el grupo asegurador Generali.
Según las estadísticas, alrededor de 34 millones de italianos no regresan a casa para almorzar, comer en la oficina o, en cualquier caso, cerca del lugar de trabajo. La primera causa de este comportamiento es sin duda la falta de tiempo, que, sobre todo en las grandes ciudades, dificulta la gestión logística de un posible almuerzo en casa.
¡Hay una gran diferencia, sin embargo, entre comer sentado en tu escritorio o en el bar más cercano y disfrutar de un momento de compartir con los compañeros a través de una comida social en la oficina! Aquí hay 3 buenas razones para hacerlo:
Por supuesto, la comida social en la oficina va de la mano con la comida a domicilio. De hecho, muchos trabajadores optan por realizar pedidos acumulativos con las principales aplicaciones de entrega de alimentos para recibir su almuerzo cómodamente en el lugar de trabajo.
Las ciudades en las que hay un mayor porcentaje de pedidos de comida social en la empresa son Milán, Bolonia, Roma, Turín y Génova. Eso sí, los trabajadores de la generación Millennial, que están más familiarizados con las herramientas digitales, harán más uso de ella.